Con la proliferación de series de televisión, libros, películas y (por qué no) videojuegos, encontrar una historia auténtica y original se ha convertido en una misión casi imposible. A los que tenemos una cierta edad y cierto bagaje en el consumo de ficciones, nos asalta una inmensa alegría cuando damos con una narración que huye de los estereotipos para ofrecernos un entretenimiento verídico y honesto, con el que nos sentimos identificados y que nos sirve de referente moral.
¿A qué se debe esta plaga de historias clonadas que nos aburren hasta la muerte con sus lugares comunes y sus personajes acartonados? La respuesta que ya intuía, esto es, no hablar de lo que uno conoce transmitiendo su forma de ver el mundo con sinceridad, la he hallado explicada de forma magistral en ‘El guión. Sustancia, estructura, estilo y principios de la escritura de guiones’, de Robert McKee (Editorial Alba Minus), un clásico de su género que os recomiendo encarecidamente.