Durante las Navidades he estado dándole vueltas a lo que quería hacer con mi nuevo blog. Las entradas sobre recursos para escritores me parecían muy frías y necesitaba encontrar una nueva temática con que poder compaginarlas. Mi marido, que siempre consigue que me centre y focalice mis objetivos, me dijo que estaría bien que hablase del género sobre el que escribo, es decir, fantasía y terror.
¿Y esto para qué? Pues muy sencillo. Voy a intentar encontrar a mis lectores por medio de la bitácora. Ya sabéis que si Mahoma no va a la montaña… Pues eso. Aunque a lo largo de mi vida he leído de todo, últimamente me he dado cuenta de que en mis textos (ahora estoy escribiendo mi segunda novela) siempre aparecen mis obsesiones infantiles, que nacen de los primeros libros que leí y que me marcaron para siempre.
Entre ellos están ‘Alicia en el país de las maravillas’, del que todavía conservo el ejemplar que me regalaron mis padres siendo una niña, y en el que garabateé con letra infantil mi nombre. También ‘La historia interminable’. Me sentía muy identificada con ese niño gordito, Bastián Baltasar Bux, que se esconde en el sótano de la escuela escapando de su vida para sumergirse en una maravillosa fantasía donde se convierte en alguien más guapo e inteligente, en alguien especial capaz de salvar el mundo.
Y muy pronto llegaron las historias de terror. Me veo a mí misma de vuelta de un paseo con mis padres, aburrida, deseando llegar para coger mi libro favorito y zambullirme de nuevo en esas historias que he leído mil veces. Sin juzgar la narración. Solo dejándome arrastrar por los extraños sucesos, sintiendo esa maravillosa sensación de sobresalto ante un desenlace terrorífico y sorprendente.
Cada vez me doy más cuenta de la importancia de ese tiempo, que configura tu ser más íntimo, sobre el que ponemos capas al ir creciendo. Pero cuando te sumerges en la creación y buscas en lo más hondo de ti, esas historias, esas sensaciones, aparecen de nuevo para recordarte quién fuiste años atrás. Cuando escribo sigo siendo esa niña ―aunque matizada por mi experiencia―, que se abandona de nuevo a sus obsesiones dejándose mecer por la historia que se cuenta a mí misma.
Así que, a partir de ahora, junto con los pasos que vaya dando (tanto prácticos como mentales) en esta carrera de fondo que es escribir, iré compartiendo con vosotros los libros que me han hecho lo que soy, los que me hicieron constatar que la ficción de calidad, sea del género que sea, es la forma más adecuada para hablar de la verdad del ser humano, de nuestros temores más oscuros, de nuestros sueños y pasiones, de la vida al fin y al cabo.
Hola Cecilia, me he sentido muy identificada con tu artículo, sobre todo cuando describes de qué modo te enfrascabas en la lectura sin juzgar lo que leías. Ese encanto desaparece cuando te haces mayor y es una pena. Debe ser muy interesante poder volver a sentir esas sensaciones «de cuando somos niños» al escribir. Adelante con la búsqueda de lectores. Me ha parecido muy interesante lo que he leído y creo que es una buena fórmula para conocerte un poco más. Estaré atenta
Gracias Laly! Empezar un blog siempre es una aventura y se agradecen los comentarios de este tipo. Sí que es muy interesante y gratificante sentir de nuevo esa sensación de burbuja al escribir. Me lo paso genial y, aunque haya días en que me cueste ponerme, cuando gano a la pereza y veo fluir la historia, me siento feliz. Muchas gracias por tu apoyo y los ánimos. Un abrazo y gracias por comentar!!